En Solus Vol. I, Pieter Hugo reflexiona sobre los valores que constituyen la cambiante estética de la industria de la moda a través de una serie de retratos directos de modelos de la calle. Hugo se sintió cautivado por modelos de aspecto poco convencional y atípico, sobre todo antes de que se sometieran a las maquinaciones de la moda en materia de vestuario, maquillaje y peluquería. Atraído por esta singularidad y recordando la sensación de no pertenencia que forma parte de la intensa experiencia de la juventud, la invitación de Hugo a los modelos era «simplemente preséntense». Las fotografías resultantes abrazan la vulnerabilidad y la fragilidad tanto como la agencia y el idealismo de sus sujetos.

Comentando la brecha entre lo que puede entenderse como «uno mismo» y «modelo», Hugo señala: «Parecen tan diferentes de cómo me sentía yo a su edad. Yo era mucho más cínico, más nihilista. Se sienten más cómodas en sus cuerpos de lo que yo me sentí nunca».

El estudio tipológico de Hugo cuestiona la mercantilización que hace la moda de la juventud y el «outsider», al tiempo que abraza la belleza de la peculiaridad llevada con aguda conciencia y la paradoja que hay en nosotros de anhelar tanto la diferencia como la conformidad.